La última escala
Por Bastian.
A los piratas nos encanta el silencio, aunque muy poca gente lo sabe. La isla nos devolvió la calma que nos faltaba, y la ilusión por recuperar un rumbo. El rumbo al sur.
Una semana para reconstruir la nave, para aprovisionarla y preparar un viaje tan complicado no es suficiente, pero no tuvimos tiempo para más. A veces me gustaría tener más tiempo para mi, para pensarme y conocerme, pero no soy capaz de hacerlo.
Noté una brisa en la cara, y sin saber por qué, la sensación de que todo se debe volver a poner en marcha se apoderó de mi. Era consciente de que era un nuevo “ahora o nunca", y debo reconocer que los “nuncas” siempre me han aterrado.
Y en ese mismo momento en que nos volvimos a poner en marcha, una nueva brisa te desarma, arrebata el aliento, y hace brotar lágrimas de nuevo. Pero esta vez de alegría. Vuelves a ser consciente de que la soledad sólo es de quien no se atreve a sentir lo evidente, y de que todo puede ocurrir, incluso lo más inesperado. Volver a trazar mapas. Volver a soñar con un puerto en un futuro. Frotarse las lágrimas con la manga de la camisa, con un movimiento brusco, y escrutar con ojos rojos un horizonte que pronto será mío.
Había llegado el momento, se elevaron las anclas y zarpamos. África.
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