Tan solo un viaje
Por Bastian.
Y como siempre, los incondicionales me siguen dando la vida de a poquito. Mis compañeros de viaje (Aunque quizás ellos no lo saben).
Los ojos de un niño descalzo, tiritando de frío, y negro, muy negro se clavan en mi cuaderno de bitácora mientras escribo estas líneas. Él no sabe qué estoy escribiendo. Seguramente tampoco lo sabría si escribiera en francés, o en cualquier idioma. Seguramente tampoco sabe exactamente qué es esto que tengo entre mis manos, pero no deja de mirarlo.
Y los míos se clavan de una manera muy distinta. Sé perfectamente qué es esto; mi vida. La conozco bien, por mucho que a ella le avergüence. Y frente a mi, un océano de pequeños charcos que deseo surcar, con toda la fuerza del mundo.
Quiero hacerlo, quiero saber hacerlo, y quiero tener la madurez suficiente de dejarme llevar. Sé que los miedos a los que me enfrento ahora son minúsculos retos a los que ir haciendo frente poco a poco. El horizonte siempre está lejos, pero eso no quiere decir que no vayas avanzando. Lo importante no es a donde llegas, sino lo que recorres. Y yo ya empecé un viaje que me está abriendo los ojos a lo más simple, que a veces es justo lo que pasa desapercibido, como si fuera invisible.
Escribo desde el paraíso, y me comprometo a llegar hasta el mismo infierno si es necesario. Porque todo lo que he aprendido hasta ahora no me sirve para más que para atreverme a dar nuevos pasos.
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