Esas cosas sencillas
Por Bastian.
-¿Qué haces?-.
Will se había colado en mi camarote sin llamar. Había tardado menos de un segundo en llegar hasta donde yo estaba, encaramarse a mí y a mi silla y poner su manaza llena de chocolate sobre mi cuaderno.
- ¡Will! ¡Ten cuidado, vas a mancharlo todo!
- ¿Qué haces?.
- Escribo.
- ¡Eso ya lo sé!, estás muchas veces aquí, escribiendo. ¿Pero qué escribes? ¿Historias?.
- Sí… bueno… ¡no!. Son pensamientos, ideas, reflexiones… Cosas de mi, del barco… ¡Cosas de mayores, Will!.
“Cosas de mayores”. Esas horribles palabras resonaron en mi cabeza conforme las dije. Will seguía curioseando en mi escritorio, como si no hubiera escuchado nada, pero yo no podía creer lo que le había dicho. ¡¿Cosas de mayores?! ¿En qué momento había dado yo el salto a ser el tipo de persona que dice “Cosas de mayores”?
- No bueno, no son cosas de mayores. Son cosas que yo escribo, porque…
- ¿Y son divertidas esas cosas?, ¿Puedo escribir yo también? – interrumpió, mirándome con descaro.
No me pude ver reflejado en ningún espejo, pero puse una cara de idiota que hizo reir a Will.
- ¿Puedo entonces? ¡Venga, dime!
- Claro que puedes. Toma este cuaderno… ¡Pero cuídalo bien!.
- ¿Y qué escribo, Bastian? ¿Qué cosas escribo?
- No sé. Quizás esas cosas sencillas que sólo tú conoces… Las cosas pequeñas.
- ¡Ja, ja, ja!, ¡Todo un fiero pirata jugando con un niño!- exclamó entre risas Roberts, quien había presenciado toda la escena desde la puerta.
- ¡Tú también deberías escribir, Roberts!- dijo Will.
- ¿Y qué cosas podría escribir un pirata viejo y gastado como yo?
- Will tiene razón. No puedes hacernos creer que quien gobernó las primeras cabezadas de este barco en el mar, quien ahora se pasa días enteros enterrado entre libros y cuadernos de notas, no tiene nada que decir. ¡Aunque fueran simplemente tus apuntes de cirujano!.
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