Volver a Londres
Por Will.
- ¡No quiero, no quiero y no quiero!-.
- Will, ya eres mayor como para saber que las cosas no son mejores porque sean como queramos - me responde Bastian, cogiéndome de los hombros.
- ¡Pero es que no quiero volver para allá! Aquí tengo todo lo que puedo necesitar, y no quiero más. Quiero estar en un sitio, disfrutar de los míos, jugar despreocupado, y no tener que tomar esa decisión a diario de entrar a jugar en un terreno donde a veces me siento extraño-.
- Pero Will… eres un pirata, de aquí, de allá y de todos sitios. Y has sido tú quien me ha enseñado a que lo extraño de un sitio al que te sientes ajeno, es uno mismo y sus miedos-.
- ¿Sabes? - dice Roberts, sentado en la barandilla de estribor sin dirigirnos la mirada - yo sí quiero volver. Allá hay un mundo de retos y día-a-días que nos van a dar la vida, muchas satisfacciones, aventuras, nuevos amigos y amigas, y un hueco para disfrutar de uno mismo que en ningún otro sitio puedes encontrar-.
- ¿Es que nadie me entiende? ¡Me gusta lo simple, soy una persona simple!. Lo tengo todo aquí, me llena y me gusta. No quiero dejarlo, no quiero irme lejos y que cuando vuelva haya cambiado. No quiero que esas pequeñas cosas se queden en un rincón de la memoria por no poder revivirlas a diario: La sensación de la vuelta a casa, la primera noche en vela riéndome por ser feliz, nochebuena, los paseos, el bohemia, la cabalgata, el cine, comprar los regalos, la cena de nochevieja, las segundas uvas en la plaza del Ayuntamiento, las cosquillas… -
- Y todo eso seguirá ahí, y mil cosas nuevas. No habrías disfrutado de todo eso de no haberte atrevido a hacerlo. Tienes la capacidad de hacer magia con el día a día y hacerlo nuevo, divertido, tuyo, entre chispas y fuegos - insiste Roberts - Atrévete a no tenerle miedo a ser niño. Tienes un día a día enterito para ti, y para que le saques el juego y lo compartas con los tuyos. Te estarán esperando. Tienes una suerte que muy pocos tienen, saboréala. Vive esas cosas pequeñas, las que te dan la vida, y no te lo guardes, compartelas con los tuyos, que cada vez serán más y más tuyos-.
Tras un buen rato de pensar sentado en un rincón del alcázar respirando la humedad del mar, y ver a lo lejos el verde del Norte, tomo una decisión. Mirar hacia delante, de la mano con lo que dejo atrás, pero sin separarme de nada, y atreverme a sacarle todo el jugo a un día a día que será todo lo intenso que yo quiera que sea, sin perder nada y ganándolo todo.
Estamos todos en la proa, llenando nuestros ojos de sensaciones. Pero alguien no está. Sé que Bastian llora en la popa. Una parte de mi está con él, pero en estos momentos prefiero dejarle solo, tranquilo.
Ya se ve a lo lejos. Vuelvo a Londres.
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