- Bastian - Will - Roberts -

21 de junio de 2007

Norte

Por Roberts.

A menudo nos quejamos por no saber donde está el Norte. Un Norte que se pierde entre apuntes, viejos libros, y el agobio de quien vive a contrarreloj, y más aún en estas fechas. Un Norte que al perderse nos pierde, sin saber a donde vamos ni por qué, y sin que sepamos saborear cada milla que dejamos atrás.

Pero se resbala, se esconde, porque nos ve con miedo, incapaces, fríos, calculadores, necios. Y no se nos ocurre plantarnos cara a nosotros mismos y decidir quienes somos o queremos ser.

He seguido mil y he perdido mil más. Y fue tras ese último rumbo perdido cuando decidí que mi último Norte sería el más importante de todos: Dejar el timón en manos de Bastian, ese chico inmaduro pero decidido, con unos ojos que veían más allá de los míos, para que guiara esta nave mientras yo me convertía en un tripulante más, cirujano.

Muchas veces ha estado Bastian tentado de devolverme el control del timón, tras algún contratiempo, por haberse desviado de alguna ruta, o por no haber escuchado un poco más dentro. Aunque ninguno lo diga, es eso lo que verdaderamente aterra a cualquier capitán... no ver las señales, perder el rumbo, y ser después conscientes de ello.

Hoy miro a Bastian y me enorgullezco de quien es, de en quien se ha convertido. Pero también me enorgullezco de mi mismo, por haber sabido dejar el Norte en sus manos y no en las mías.

Me toca volver a mis libros, una vez más... Me duele saber que no voy a conseguir lo que me propuse, pero es entonces cuando cierro los ojos, puedo notar que el barco avanza, y que esta vez sí, hacia donde tiene que avanzar. Las brújulas siempre tienen razón... sólo hay que aprender a hacerles caso, y dejarse llevar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué más da perder el Norte si encuentras el Sur...
Cuando todo se reduce a un puñado de canciones, y amaneces bien temprano con la hermosa sensación de que algo bueno puede pasar, qué más da perder el Norte.
Es hermoso, una vez que encontraste el Sur, descubrirse ensimismada, ausente. Saberse con los pies en el suelo pese a que el resto del mundo te considere en las nubes. Dejar que la imaginación vuele y no regrese hasta la hora del almuerzo. Aparcar los libros durante unos minutos y permitir que las palabras broten y cubran las hojas del cuaderno. Sentirse inspirada, capaz de crear y compartir. Conseguir que el tiempo se detenga bajo la discreta mirada de una luna con gorro de dormir…
Dándole vueltas a la ausencia de señales que denuncias y que hacen a uno perder el rumbo; me pregunto si en sí misma esa ausencia no constituye ya una Señal. Si no será demasiado arriesgado permitir que el viento me empuje sin más. Si no sería preferible conocer de antemano la trayectoria, ser capaz de retroceder/rectificar/manipular a mi antojo.
Y dado que lo que tiene que suceder, sucede. Y que, cualquier cosa que pienses que va a ocurrir, por lo general no ocurre… Opto por inspirar profundamente, oxigenarme y Exponerme. Sería una osadía impedir que las gaviotas desfilasen ante mí…